-Los matrimonios. Todo el mundo sabe que antes se hacían por conveniencia, pero no conocer a tu pareja, no haberla visto nunca antes, es como mucho. Con suerte le pintaban un retrato al prometido o prometida, que demoraba meses en llegar a destino, cuando ya estaba todo concertado y sólo faltaba la ceremonia. A María Antonieta le tocó casarse con un príncipe de 16 años (ella tenía 14), impotente y casi mudo. A otro príncipe le tocó una reina coja, otros reyes eran maridos de sus primas hermanas y así... Tampoco había posibilidad de elección, porque si no te casabas con Fulana de Francia o Mengana de Bélgica, tu país podía entrar en guerra con ese otro país y el único culpable serías tú por no haber querido desposarte.
-Los Papas corruptos. Nada de Juan Pablo II o Benedicto XVI, que se consagraron a la religión y, caigan bien o caigan mal, uno entiende que están dedicados exclusivamente a lo que hacen. El Papa Alejandro VI, padre de los hermanos Borgia, no estaba casado, pero tenía cuatro hijos y varias amantes siendo Pontífice. A la madre de sus retoños le dio un palacio y varias tierras con el alto auspicio de las platas del Vaticano. A su hijo de 17 años lo hizo cardenal sin siquiera preguntarle si tenía vocación, porque los segundos hijos de cada familia tenían que dedicarse a la labor espiritual y si no te gustó, mala suerte. Y todos aceptaban eso como si fuera lo más natural del mundo. Se dictaban bulas, se aceptaban divorcios y se canonizaban santos sólo por los pagos recibidos.
-Los envenenamientos y matanzas. Ahora envenenan a un ex espía ruso y su foto y su testimonio dan la vuelta al mundo. Antes media población moría asesinada con arsénico, mercurio y otras cosas más que se mezclaban con la comida. ¿Ese príncipe no me gusta porque cuando sea rey no me va a dar los terrenos que quiero? Veneno. ¿Esa princesa viva es un impedimento para cobrar una herencia? Veneno. Por eso había reyes que hacían probar todos los platos a siete personas antes que ellos, y si se morían los empleados, claramente no comían nada y mandaban matar a todos los funcionarios de la cocina real.
-Las muertes. Relacionado con el punto anterior, pero también había muchas muertes que no eran provocadas. En una familia normal de la época nacía un hijo por año (pobres mujeres que pasaban la vida embarazadas) y de los 10 niños que nacían, con suerte vivían dos o tres, los demás o nacían muertos o fallecían siendo guaguas. Yo creo que era porque no existían vacunas, había muchas epidemias de peste y la gente no tenía mucho sentido de la higiene ni las bacterias. Los viejos tampoco vivían mucho, a los 40 años una persona ya podía sentir que su vida se estaba acabando. Cómo cambian las cosas.
Pero lejos, lo que más me ha llamado la atención eran las matanzas públicas, esas que hacían en las plazas y siempre estaban llenas de espectadores. Hombres, mujeres y niños que no sentían ningún asco viendo a personas guillotinadas, desmembradas o quemadas vivas. Yo no me lo podía explicar, cómo iban por gusto a ver esas cosas, hasta que Maurice Druon, el autor de Los Reyes Malditos, me dio la respuesta dentro de uno de sus libros: la gente de aquel entonces estaba tan familiarizada con la muerte de los hijos, padres, etc, que eso ya no le sorprendía, las muertes naturales las aceptaban como parte del juego y las lloraban lo justo y necesario, pero seguían adelante muy pronto. Lo único que los sacaba del letargo era una muerte fuera de lo común, una sufrida y prolongada, con agonía y culpa de por medio. Por eso iban felices a ver las ejecuciones públicas como las de Felipe y Gualterio de Aunay, acusados de haber cometido adulterio con dos princesas de Francia. Cito el párrafo:
“Al verlos desnudos, entre las manos de los verdugos, la multitud presa de histerismo, prorrumpió en alaridos.
Las mazas se abatieron, se oyeron crujir los huesos, y el cielo se apagó para los hermanos de Aunay. Primero rompieron sus piernas y muslos, después los verdugos hicieron dar media vuelta a las ruedas y las mazas cayeron sobre el antebrazo y brazo de los condenados. Los golpes repercutían en los radios y los cubos; las maderas crujían tanto como los huesos.
Después los verdugos, aplicando las torturas según el orden prescrito (“...enrodados, despellejados vivos, castrados, decapitados...”), empuñaron los instrumentos férreos de múltiples garfios y arrancaron a grandes jirones la piel de los dos cuerpos.
Salpicaba la sangre y chorreaba sobre la plataforma y uno de los verdugos tuvo que secarse los ojos. Este suplicio probaba abundantemente que el color rojo, reglamentario para los verdugos, era completamente necesario.
¿No les parece que es demasiado? ¿A alguien le quedan ganas de haber vivido en esa época?
Las mazas se abatieron, se oyeron crujir los huesos, y el cielo se apagó para los hermanos de Aunay. Primero rompieron sus piernas y muslos, después los verdugos hicieron dar media vuelta a las ruedas y las mazas cayeron sobre el antebrazo y brazo de los condenados. Los golpes repercutían en los radios y los cubos; las maderas crujían tanto como los huesos.
Después los verdugos, aplicando las torturas según el orden prescrito (“...enrodados, despellejados vivos, castrados, decapitados...”), empuñaron los instrumentos férreos de múltiples garfios y arrancaron a grandes jirones la piel de los dos cuerpos.
Salpicaba la sangre y chorreaba sobre la plataforma y uno de los verdugos tuvo que secarse los ojos. Este suplicio probaba abundantemente que el color rojo, reglamentario para los verdugos, era completamente necesario.
¿No les parece que es demasiado? ¿A alguien le quedan ganas de haber vivido en esa época?
5 comentarios:
y yo que decía que cómo en el 2007 podían ahorcar a alguien por malvado que fuera. leyendo tu párrafo, les deseo a horca al par de infelices esos!!
Tenemos poca memoria histórica porque creemos estar viviendo los peores tiempos de todos. Y, como tú dices, no es tan así. Hay que tener un poco de voluntad como para hacerlos mejores, sacando lo que no vale la pena, y esos regazos que van quedando en los barriles como decía la Gabriela. Pero han de venir tiempos mejores... saludos.
Yo no sé si en los Papas y sacerdotes hemos cambiado tanto. Si los niños de 12 pudieran embarazarse, estos también tendrían hijos fuera del matrimonio. Recuerda que Wojtila canonizó hasta a Santa Claus y Santaolalla y tiene el record de canonizaciones, lo que casi siempre es por algo: conveniencia económica o conveniencia mediática. ¿Y los líos económicos de los 80'? ¿Y la pugna entre Opus y masones? Recuerda que Rtazinger rechazó la masonería el 83' y aunque no salga por la prensa, ahí adentro no debe estar todo muy tranquilo.
PD: Disculpa la lata, me anduve emocionando
Ahora no nos dan ganas, solemos cometer el error de juzgar épocas pasadas con nuestro criterio archi-conciente de lo social y escribiéndonos en la frente los derechos humanos (que por lo demás tiene hartas incoherencias).
Yo creo que todo está en el debilitamiento del margen entre las clases sociales, no por una cuestión económica, sino por una cuestión de voz, de conocimientos, de participación, de medios, qué sé yo.
Personalmente, siempre en mi espíritu ñoñezco, alucino con vivir en la Edad Media o en la Época Romántica (baba), asumiendo las catástrofes y las malas andanzas que no escapan a ningún tiempo, claro. Después de todo, como siempre he pensando, la muerte es lo último peor que el hombre puede hacer, pero no lo más terrible.
Fuera de eso, a mí me gustó mucho los Reyes Malditos, es entretenida, sobre todo para leerla en verano cuando el sol pega y no hay naaaada que hacer.
Saludos! :)
Muy buena tu reseña, yo también leí la saga de los reyes malditos y me llamaron la atención los mismos puntos!
Publicar un comentario