viernes, julio 28, 2006

The cat returns!

No puedo dejar de comentar sobre la película de animé que me regaló mi amiga Bárbara. Se llama “The cat returns” o “Haru en el reino de los gatos” y me la dio precisamente porque salen muchos gatos (eso me recuerda que la primera vez que fui al cine vi “Los Aristogatos”).
Bueno, la película se trata de una niña adolescente que va al colegio y es muy insegura. No es capaz de levantarse a la hora, no alcanza a tomar desayuno, llega tarde al colegio, todos se ríen de ella, el niño que le gusta ni siquiera la mira, etc, etc.
Eso, hasta que un día rescata a un gato de ser atropellado y ese gato resulta ser el príncipe del reino de los gatos. El rey, en agradecimiento, la invita a conocer el reino y se pone medio obsesivo con la idea de que su hijo se case con esta niña. Ella no quiere, pero igual viaja (prácticamente raptada), pero justo antes se hace amiga de tres animales que terminan ayudándola a escapar (un cuervo y dos gatos de dudoso origen, porque no son del reino). Ellos son los que la ayudan a reencontrarse consigo misma, ganar autoconfianza y ser feliz.
Independiente de que a alguien no le gusten los gatos (cosa que siempre me va a costar entender), la película es preciosa. Los colores, los paisajes, todo es lindo. Absolutamente recomendable.

Me gusta el ajo (y me gusta harto)

No es broma. El guacamole sin ajo molido no es lo mismo. El pan con tomate tampoco es lo mismo sin ajo. Pero tiene que ser molido, que pase imperceptible físicamente, pero que se note el sabor intenso que tiene. Mi abuela hacía unas cazuelas que, aparte de grasientas, estaban plagas de dientes de ajo duros y… guacatela. Así no hay caso, pero todo cambia si uno lo usa como aliño piola.
Lo único lamentable es el mal olor. Mi pololo se da cuenta altiro cuando comí ajo y no para de reírse de mí.
No sé si el “aroma” se pasa comiendo limón, pero dicen que hay algo infalible: mascar hojas de perejil. Habrá que probarlo…

viernes, julio 21, 2006

El consumo que nos consume

Todos compramos cosas. Cosas necesarias y otras que no lo son tanto, pero igual nos hacen felices. Siempre me he preguntado cuánto influyen en cada persona esas técnicas de los comerciantes para que uno caiga y termine dándoles toda su plata por algo que en realidad no gustaba tanto. Yo sé que no caigo en esto, porque precisamente cuando se me acerca un vendedor con el típico “¿Te puedo ayudar en algo?”, es como si me pusieran repelente. No me gusta hablar con ellos a menos que yo los busque, y cuando eso pasa, ya tengo decidido lo que quiero comprar sin que nadie haya influido.
En los supermercados la cosa es distinta, pero no menos “persuasiva”. Hay muchas, pero muchas técnicas que ellos usan para que uno compre. El otro día leía en un reportaje que en los supermercados todo está pensado estratégicamente: los carritos se inclinan hacia la derecha para que justo-justo uno se acerque a las góndolas y saque algo, la música es suave para que uno se relaje comprando, los pañales están cerca de las cervezas para que el marido que vaya a comprar los pañales por encargo de la esposa, pueda tentarse con las Heineken, las Brahma y las Cristal (puaj las Cristal). Y así, todo es un plan maestro en el que la mayoría de la gente cae.
Yo no lo voy a negar, me gusta comprar cosas, pero lo pienso harto antes de hacerlo. No tengo ninguna tarjeta de crédito porque no me gusta el concepto de tener algo sin haberlo pagado completamente. Siento que no es mío hasta que no lo pague, así que todo al contado no más. Y como no soy millonaria, compro al contado lo que se puede y para lo otro se ahorra.
Toda esta perorata a propósito de que ayer fui al Líder y me regalé puros gustos. Un chocolate, un bolso, un té irlandés, un par de calcetines y comida más cara que la de la semana para mis gatos. Es muy entretenido comprar (pero sin endeudarse).

jueves, julio 20, 2006

Mis impresiones ahora que estoy viendo las primeras temporadas de X-Files

-No sé quién asesoraba en vestuario de Scully en esa época, pero lo que es seguro es que jamás dejaría que esa persona me vistiera.
-Mulder se ve igual que en las temporadas sucesivas, lo que reafirma el hecho de que los hombres no envejecen hasta tener una edad más avanzada, pero cuando pasa, el cambio es impresionante. -Hay capítulos buenos, pero otros que no lo son tanto. Además, echo de menos esos capítulos de historias freaks que ponen más adelante. Todo es muy serio y formal, hace falta humor.
-A propósito de esto, he desenterrado de mi pieza una caja de cartón con todos los “tesoros” que reuní mientras era fan de la serie. No me acordaba que tenía un mazo de cartas con fotos de los episodios que dan ahora, tampoco me acordaba de cerca de siete libros y hasta un cómic que me compré por ahí.

La comida de los animales

De puro curiosa he probado la comida de mis gatos y hace un tiempo, también probé los pellets del perro. Los veía comer con tantas ganas que quise saber cómo era eso que les gusta tanto. Y ahora que lo sé, NO SE LO RECOMIENDO A NADIE. Whiskas tiene hartas variedades de una pasta que viene en lata y hay una que es mejor de las otras (en términos humanos, porque a mis gatos les gustan todos los sabores) y es la de Carne con Vegetales. De hecho uno ve los pedazos de zanahoria y arvejas entre la carne. Pero lo demás, puaj. El sabor es una mezcla de carne concentrada pero muy, muy intensa.
Esta fue una pelada de cable a propósito de que tengo hambre.

miércoles, julio 05, 2006

Que vivan "Los Magnificos"

No sé si me gusta más Murdock o Mario Baracus (B.A. en el idioma original), pero si estoy escribiendo primero sobre Mario Baracus, por algo será. No sé qué es lo que lo hace tan encantador y generar simpatía a pesar de tener esa cara de perro de malas pulgas en TODOS los capítulos. A lo mejor es su talón de Aquiles de no tolerar subirse un avión y “obligar” a Aníbal, Faz y Murdock a engañarlo con somníferos para que viajara dormido. Cuando despertaba y ya estaban en el lugar de destino, sus “amigos” le decían con total descaro “pero si venimos viajando hace dos días en barco, Mario”…
¿Alguien ha visto el capítulo en que está a punto de vengarse de los otros y no comerse el sándwich dopado, pero a último minuto se arrepiente y se lo come igual? ¿O ese capítulo en que todo el grupo se esconde en la casa de la mamá de Mario y él se muere de la vergüenza porque ella lo trata como a un niño? ¿O ese en que va al dentista y está muerto de miedo?.
Bueno, él no es el único que me gusta. Ahí estaba Aníbal con su frase antológica de “me encanta cuando un plan se concreta” y su eterno puro que no se le caía nunca de la boca. Y Faz, mujeriego sindicado como “el único capaz de conseguirse cosas de la nada”. Memorable el capítulo en que están en una zona desértica y lo mandan a buscar un equipo de buzo, camina y camina hasta llegar a una tienda y se maneja tan bien con la verborrea que termina encontrando todo lo que le pidieron y mucho más.
Y Murdock… qué decir de Murdock. Hay un capítulo en que yo creo que se revela su verdadero ser, su capacidad de bloquear la cruda realidad inventando cosas o personajes imaginarios. El psiquiatra lo desenmascara medio a medio, pero entiende a la vez que es su método de defensa y que con eso no le hace mal a nadie.
Lo que más me gustaba de la serie era la parte de las “manualidades”, que generalmente ocurría antes de la pelea final, cuando debían ingeniárselas con lo que tuvieran a mano para tener armas de ataque y defensa. Todos ayudaban acarreando cosas, reubicando otras y por supuesto, ahí estaba Mario manejando la pólvora y haciendo explosivos que ya se los querrían los vándalos que protestan por estos días. Eso me recuerda la vez en que no tuvieron más remedio que blindar la camioneta GMC de Mario y después de la balacera de turno, terminó hecha polvo… o la vez en que se cayó al mar… uf. Gran camioneta.
Me acuerdo que en la tele daban también los monitos de Mr. T, en donde Mario caricaturizado se hacía cargo de un grupo de niños deportistas que viajaban por todo el mundo participando en competencias. Y por supuesto, cada niño tenía su problema personal del tipo “mi mamá no me quiere”, “tengo una enfermedad Terminal”, “mis amigos me rechazan”, etc. Y ahí estaba Mr. T para apoyar al niño en apuros y enseñar una lección de vida al final de cada episodio. Francamente, eso no me gustaba mucho. Prefería ver Los Magníficos, que eran mucho más entretenidos. Aunque debo decir que los capítulos los he visto ahora de grande, porque cuando era niña mi mamá no me dejaba ver programas en la noche, menos si eran violentos.
Hace poco leí que nunca, en ningún capítulo de Los Magnificos un malo murió. Como la serie se emitía en horario familiar en USA, aunque los bandidos fueron lanzados lejos por las bombas o cayeran al suelo tras un tiroteo, siempre se levantaban y huían corriendo, pero nunca muertos.

martes, julio 04, 2006

Carrileando sobre la comida

Hoy me comí un helado de menta y el otro día probé uno de rosa. ¿Alguien se ha fijado en que las comidas diarias se pueden clasificar someramente en “salado-helado”, “salado-caliente”, “dulce-helado” y “dulce-caliente”. Obvio que hay matices, cosas amargas, agridulces, etc., pero creo que en esas cuatro que nombré se podría incluir casi todo lo que comemos.
En el desayuno predomina lo “dulce-caliente”, como la leche, el té (el té!!!!!) o el pan con mermelada. En el almuerzo la lleva lo “salado-caliente” en sus múltiples variedades. Ahora que lo pienso, me costó encontrar algo que fuera “salado-helado”, pero me acordé del ceviche y las ensaladas. Con eso estamos cubiertos.
Y eso me recuerda que hace como dos semanas comí aceitunas del valle de Azapa. Eran muy distintas a las que venden en las ferias. Cafés y grandes, con un gusto salado y un dejo amargoso. Y ahora que pienso en ese sabor, me acordé de que la última vez que me enfermé del estómago fue por comer alcaparras vencidas. Son muy ricas las alcaparras. Y el jugo que traen hacen que una sacuda la cabeza como un perro y eso las hace más ricas todavía, (siempre y cuando no estén vencidas).
Ahora que hablo sobre comida, me acuerdo de la típica pregunta que hacen en las entrevistas sobre “qué es lo más exótico que has comido en tu vida”. Como yo apenas he ido a Mendoza y no conozco otro lugar, mi repertorio de comidas raras es casi nulo, pero hay una cosa que comí hace poco en la casa de mi pololo que estuve a punto de rechazar antes de probar. Era una ensalada de lechuga con salsa de frambuesas. No es que no me gusten las dos cosas, al contrario, pero siempre van por separado, o no? Lo más raro de todo es que yo pensé que poco menos que la iba a vomitar, pero me terminó gustando y hasta me serví más…
Ah! Y algo que no puedo dejar de comentar. Hoy estuve jugando con mi gata. Le tiré un “zarpazo” con mis uñas comidas y ella me devolvió un zarpazo con sus uñas filudas directo a mi párpado. No me dolió, pero se me empezó a hinchar el ojo y a pesarme cada vez que pestañeaba (o sea, como 30 veces por minuto). Ahora lo tengo rosado, y si me pinto el otro del mismo color, quedo perfecta.