viernes, julio 28, 2006

Me gusta el ajo (y me gusta harto)

No es broma. El guacamole sin ajo molido no es lo mismo. El pan con tomate tampoco es lo mismo sin ajo. Pero tiene que ser molido, que pase imperceptible físicamente, pero que se note el sabor intenso que tiene. Mi abuela hacía unas cazuelas que, aparte de grasientas, estaban plagas de dientes de ajo duros y… guacatela. Así no hay caso, pero todo cambia si uno lo usa como aliño piola.
Lo único lamentable es el mal olor. Mi pololo se da cuenta altiro cuando comí ajo y no para de reírse de mí.
No sé si el “aroma” se pasa comiendo limón, pero dicen que hay algo infalible: mascar hojas de perejil. Habrá que probarlo…

No hay comentarios.: