viernes, septiembre 28, 2007

Ellos y "El Padrino"

Nota al margen antes de comenzar:
Voy a empezar a poner música de nuevo...
Si hay algo bueno que tienen las teleseries de Canal 13 son las canciones que escogen. Ya pasó con George Baker y su “Little green bag” en “Machos”, y ahora “Long cool woman in a black dress” de The Hollies en “Lola”.
Me gusta mucho The Hollies. Mi canción favorita del grupo, “The day that Curly Billy Shot Down Crazy Sam McGee”, no la pude encontrar, pero esta igualmente es muy buena…



Ahora, el tema…

Hablar de películas de mafia es remitirse de inmediato a "El Padrino" en sus versiones I, II y III.

Más allá de las consideraciones técnicas y fílmicas –que las tiene y son extensas-, la saga de El Padrino provoca un sentimiento común de identificación masculina que no tienen otras películas, una especie de “estilo de vida” que utilizan gran parte de los hombres para incluir en su diario vivir los preceptos de Vito Corleone, Michael y compañía: el amor por la familia, la venganza contra aquellos que osen atacar a uno de sus miembros, el respeto por la matriarca, pero a la vez, la separación absoluta de las féminas con temas de trabajo. O al menos eso es lo que les encantaría poder hacer.

No sé ustedes, pero yo en todas partes me encuentro con ejemplares chilensis autoproclamándose como “Don” y usando su polerita de El Padrino (y después dicen que las mujeres somos las groupies…).

Los personajes


Los hijos de Vito representan tres estereotipos que, sin querer, siempre nos estamos encontrando en el mundo político, escolar, empresarial, incluso entre los niños de cinco años que van al jardín infantil…

Sonny: Buena persona, pero impulsivo, quizás demasiado. No mide las consecuencias de sus actos y se pone furioso cuando ve que le hacen daño a uno de los suyos. Aplica aquello del ojo por ojo diente por diente sin pensar cuál es mejor oportunidad.

Freddo: Sé que en el fondo es buena persona, pero a mí siempre me pareció cobarde y miedoso. Mario Puzo lo describe en el libro como “conciliador, sin poseer ni el magnetismo personal ni la fuerza animal tan necesaria para los conductores de hombres”.

Michael: Hay personas así, que al principio parecen los más débiles y renuentes, pero una vez convencidos interiormente de algo, suelen ser los más implacables. Nada de palabrerías ni exabruptos, sólo acciones decididas y pensadas.

Las mujeres también son tema, presentes a través de Mamá Corleone, Connie y Kay. La primera es respetada, pero conoce su lugar, no opina sobre los negocios de la familia, agacha la cabeza ante su esposo y llora en silencio. Connie la secunda, porque al haberse criado en ese ambiente conoce todas las “mañas”, lo que no le impide rogar por la vida de su marido a pesar de saber que hay motivos de sobra para borrarlo del mapa.

Kay es un caso especial. Es el personaje a través del cual nosotros entramos al mundo de la mafia, porque en un comienzo, ella sabe poco y nada del tema, proviene de otro mundo y se le nota. Esa escena donde Michael cierra la puerta enfrente de sus narices siempre me llega, y a ella es a quien más entiendo cuando se hace a un lado, cuando se rebela y no quiere que sus hijos sigan el mismo camino. Los últimos párrafos del libro son de Kay, rezando por el alma de Michael mientras el nuevo Padrino hace y deshace.

Tengo que reconocer que me atrae el mundo mafioso, que me alegré cuando asesinaron a Carlo Rizzi (el marido de Connie), que me gustaría vengarme de alguien cuando lo merezca, pero lidiar con la culpa después sería un tremendo problema. Con todo, mi frase favorita del rubro no está en “El Padrino”, sino que en “Mi gran casamiento griego”. La familia griega que allí aparece no es exactamente mafiosa, pero hay una frase para el bronce cuando el hermano de la protagonista le advierte al novio que no falle, porque de otro modo tomará medidas “haciéndolo parecer un accidente”.

Hay muchas cosas que se pueden hacer pasar por un accidente… Muchas. Muahahaha.

lunes, septiembre 24, 2007

Cuestión de pelo

Más de 100.000 pelos tenemos cada uno en la cabeza, que crecen a un ritmo de 1,25 centímetros por mes. Perdemos de 50 a 100 en un solo día al lavarlo, peinarlo o simplemente estando sentados. ¿El color? Ahhhh, ese es el tema de hoy.

Morenos y morenas: De acá somos parte el grueso de la población, en tonalidades que van desde el castaño hasta el negro azabache. Viéndolo por el lado amable, si ponemos un pie en cualquier país nórdico dejamos de ser “morenos” y pasamos a ser catalogados de “exóticos”, poseedores de la ahora envidiada sangre latina. A mucha honra, me gusta mi pelo café.

Rubios y rubias: Representación absoluta de la ingenuidad dirán algunos, que las rubias son tontas, dirán otros. Yo no generalizo, quizás hay algunas que lo son, como también las hay morenas y pelirrojas. Lo mismo se aplica a ciertos hombres, y me parece absurdo justificar la falta de intelecto por el color de tu pelo. Marilyn Monroe es el ícono, teñida por lo demás, como ella misma lo confesó a su amigo Truman Capote en un funeral: “Soy rubia, pero nadie es así de rubia”, responde cuando éste le pregunta por qué lleva su pelo platinado cubierto con un pañuelo. Se le estaban notando las raíces oscuras a Norma Jean. Más detalles en “Una adorable criatura”, el texto de Capote.

Pelirrojos y pelirrojas: El último número de la revista National Geographic asegura que de aquí al año 2100 los pelirrojos naturales se van a extinguir, porque cada vez se hace menos probable que los portadores del gen que los causa formen parejas. Suena convincente. Datos varios: únicamente alrededor de 4% de las personas en el mundo porta este gen y sólo 2% de la población mundial es de cabello rojo natural. El 13% de ellos vive en Escocia, se viste con faldas y come Old England Toffees. Si uno ve más pelirrojos por la vida no es para sorprenderse, $123 millones de dólares se invirtieron en tintes rojos en Estados Unidos durante 2006. Imagínense cuánto se gastará acá en Chile…

Yo reconozco que en mis tiempos escolares, cuando los “X Files” eran grito y plata, quise teñirme el pelo rojo y ser como la agente Scully. O como Ariel, La Sirenita. Menos mal que no lo hice, porque no quiero usar nunca shampoo para cabello teñido o maltratado. La decisión sobre qué hacer y no hacer con su cabeza es de cada cual, pero yo insisto, nada como mi pelo café caoba.

miércoles, septiembre 19, 2007

Sing a song

Este post trata de música, pero no en lo referente a “escuchar música”, sino más bien a “cantar música”.

Es algo atrayente el tema del canto. O el chapurreo del canto. O a la matanza de la música a través del canto. Lo que nadie niega es que alegra la vida.

Personalmente soy desafinada y desabrida. No se trata de ser derrotista, simplemente doy constancia de un hecho indiscutible: llegué tarde a la repartición de afinidad musical. Lo peor es que mi hermana tiene buen timbre, incluso gana plata tocando la guitarra y cantando en matrimonios de parejas que no ha visto en su vida cuando no está haciendo sus tareas de la universidad.

Pero que en mi familia yo sea como el patito feo del cuento, no significa que no haya hecho mis intentos. En la universidad, en esos típicos cursos optativos de formación general que uno debe escoger entre una larga lista, pensé que era bueno variar un poco con tanto Periodismo y me inscribí en "Iniciación al Canto Coral", con compañeros de carreras nada que ver con la mía y un profesor que todos los miércoles por la tarde llegaba con su teclado y nos ponía a cantar folclore, canciones de iglesia, canciones de Pavarotti, de todo un poco.

La sala daba justo a la esquina de Alameda con Portugal con las ventanas gigantes abiertas, así que cualquier transeúnte que pasó por allí pudo haber oído los alaridos de estudiantes inexpertos. Y aún así, todos nos sacamos un 7.0 de promedio final “por el entusiasmo demostrado en clases”, dijo el profe.

Y aunque lo haga mal, me gusta cantar a Freddie Mercury, Roger Daltrey, George Michael, Boy George, y creo ser la cuarta integrante perdida de las Bananarama y las Pointer Sisters. Al menos las letras me las sé de memoria, pero procuro que no todos presencien la masacre.

Yo pienso que las canciones favoritas no están adueñadas completamente si uno no las canta. Y si se usa la escoba o el cepillo como micrófono, mejor todavía.

PS1 La canción que me gustaría saber cantar bien pero no puedo porque no le pego al francés es “Joe le taxi” de Vanessa Paradis. Me encanta el tema.

PS2 Pocas cosas se comparan a la alegría de las minivacaciones, y a la idea de que esta semana sólo tiene dos días. ¿Qué si canté algo en estos días? Claro que sí...

viernes, septiembre 14, 2007

Mario Moreno "Cantinflas"

Mario Moreno a secas no dice mucho, pero con Mario Moreno “Cantinflas” (1911-1993), la cosa cambia.

Quién no ha visto al menos una película de este mexicano, a quién no le trae recuerdos. Cantinflas tenía una mezcla especial en sus películas que provocaba risa y llanto a la vez.

Hacía reír con sus pantalones tan abajo (inspiración indirecta de los raperos de hoy en día), su bigote recortado, su labia que gastaba y gastaba palabras sin decir mucho, su manera de ganarse a todo el mundo, su capacidad de tener mil y una profesiones, todas absolutamente creíbles.

Hacía llorar, sobre todo en aquellas películas en que pasaban tragedias o le ponían de coestrella a un niño o niña en problemas. Cómo olvidar en “El Profe” cuando se quema la escuela, terminan haciendo clases al aire libre y se pone a llover; o en “El señor Doctor”, con el niño que se está quedando ciego y Cantinflas se da cuenta cuando éste le pide encender la luz que ya está prendida; o en “El Padrecito”, con la señora de la casa parroquial que al principio le hace a vida imposible con pésimas comidas, pero termina llorando por los rincones cuando lo trasladan (dato freak, esta señora es la misma actriz que hace de La Bruja del 71 en El Chavo del Ocho, Angelines Fernández).

“El siete machos”, “El bombero atómico”, “Si yo fuera diputado” y varias más son tan irresistibles que aunque las repiten mil veces, uno igual las ve, además que se tiene algo en común para comentar con los papás. Es algo parecido a lo que pasa con el ya mencionado Chavo.

Cantinflas protagonizó un total de 34 películas, fue conocido como el Charlie Chaplin mexicano y sus mayores éxitos se produjeron en las décadas ’50 y ‘60. Su humor trató de exportarse a otros países, pero fue difícil traducir sus enredos verbales y hacerlos entendibles para otros que no fueran latinos, así que a la idea no le fue muy bien. De todas maneras, su fama en Latinoamérica es enorme.

Mi película favorita es precisamente la última que hizo, “El barrendero”, a colores y con traje naranjo como uniforme en el año 1981. Ahí él es testigo del robo a un cuadro muy valioso, los ladrones lo persiguen y por una comedia de enredos, se transforma en el principal sospechoso. Entrañable.

Bonus track

Otra experta en hablar mucho sin decir nada era la también mexicana Florinda Meza con su papel de la Chimoltrufia, esposa del Botijas, mejor amigo del Chompiras (“Los Caquitos”, una de las secciones del programa Chespirito). Su cantaleta de “pos será el sereno… cuando se dice una cosa se dice otra, porque es como todo ¿no?, hay cosas que ni qué, ¿tengo o no tengo razón?”, me sigue sacando risas.

domingo, septiembre 09, 2007

Encuentros cercanos ratoniles

Aaahhh, la primavera. El calor que ya se siente, las poleras de colores, los zapatos lindos, el buen ánimo general, la brisa fresca y…. los ratones.

Sí, porque después del invierno, sobre todo si hubo humedad, comienza a proliferar la población de roedores que convive con nosotros y que alcanza aproximadamente a 80 millones en Chile (lo que significa que por cada uno de nosotros hay cinco ratones pululando… eso es peor que cualquier película de miedo).

Leía en el diario la entrevista a un experto que explicaba que los ratones de ciudad son los que se deben exterminar, porque acabar con los roedores silvestres significaría un quiebre en el ecosistema que dejaría sin comida a las lechuzas y a los zorros… Conclusión: tenemos que saber convivir con ellos, no hay vuelta.

Me imagino que todo hemos tenido encuentros cercanos con los ratones en nuestras vidas. Yo cuento tres.

En la primera -yo debí haber tenido como nueve o diez años-, estaba jugando con mi gato Michu Michu (no se rían, la moda Gerardo pegó fuerte en esa época) y veía que llevaba algo en la boca, según yo una pelota de lana oscura. Se me puso la piel de gallina cuando vi que era una laucha agonizante, y que lo perseguía mientras el animal trataba de huir. No se la comió y adivinen quién tuvo que recoger el cadáver con pala y escoba después.

La segunda vez salía feliz de mi casa, abro la puerta y ahí en medio de la calle había un ratón muerto y atropellado. Horror. No era capaz de moverme por el asco, tuve que taparme la cara.

La última fue el año pasado. Salí tarde de la pega y el radiotaxi me iba a dejar a mi casa. Eran como las 11 de la noche, y paramos en el semáforo que da justo frente a la Estación Mapocho. Miré a mi derecha, y ahí cruzando el puente en plena acera había un ratón, y la gente que pasaba por el lado no lo veía… guacala.

No me gustan, me imagino que a todos les pasa igual. No sé dónde escuché la historia de un tipo que tenía un ratón como mascota, encerrado en una jaula igual que un hamster. Yo no podría, me dan una mezcla entre miedo y asco, y eso que nunca he visto un guarén. Ojalá nunca me toque, porque ahí sí que me pongo a gritar. Por eso sé que nunca me voy a meter por gusto a una casa de campo abandonada.

Aún así, me llama la atención la buena fama que tienen los ratones en las películas y en los libros, algo envidiable.

Por ejemplo, el caso de Ratatouille, que todo el que la ha visto me dice que es genial y yo aún no me he puesto al día. Los ratoncitos que ayudan a Cenicienta, los ratones que rompen las cuerdas del león Aslan cuando ya está muerto, Suart Little, Bernardo y Bianca, Pinky y Cerebro, Jerry que siempre le gana a Tom, el siempre útil Mouse de los computadores y por supuesto, el gran ratón Mickey, cuya única mancha en el currículum sería estar bajo sospecha de haber matado a Marilyn, pero eso es una minucia al lado de su gran popularidad.

¿Será que los estamos tratando injustamente? Lo siento, pero a mí me siguen dando repulsión. Los preceptos de San Francisco de Asís quedan en nada con los ratones, culebras, arañas y bicharracos feos en general.


Nota de la Redactora: Las fotos que usé como pueden ver son de monitos animados, porque en Google había fotos de ratones reales pero ni loca los pongo aquí para darme y darle asco gratuito a los visitantes.

miércoles, septiembre 05, 2007

Terapia del sueño (sí, por favor)

“Dormir poco es tan dañino para la salud como la comida chatarra” leo en el diario una mañana no muy buena, precisamente porque la noche anterior dormí mal.

A todos nos pasa, hay días en que realmente descansamos y otros en que quedamos debiendo horas de sueño en la cuenta corriente. Eso afecta la concentración, el buen humor… pero por otro lado, es casi imposible dormir bien todos los días. En mi caso, tampoco ayuda la perra de los vecinos, que a veces le da por ladrar de madrugada sin razón aparente. Por último cuando mi perro ladra, con un solo reto se calla, pero la misma ley no se aplica para un animal del que no eres amo.

Siempre me ha parecido paradójico que la gente adulta, que se supone que tiene más tiempo libre para hacer muchas cosas -entre ellas dormir-, necesite menos horas de descanso.

La cosa es que en la misma nota del diario que mencionaba al principio aparecen algunos consejos para el buen dormir, que si me lo preguntan, son bastante poco realistas:

-Levantarse todos los días a la misma hora. (Claro, ahora mismo corro a poner el despertador a las 6.30am los sábados y domingos. Miren cómo voy. Eliminada por irrealizable.)

-Sacar la TV de la pieza. (Nooooo, ¿hay mejor cosa que ver una película acostada y con los pies calientes? Irrealizable también).

-Evitar actividades como comer, leer o usar el PC en el dormitorio. (Lo de comer lo acepto, pero dónde más se puede leer tranquilo… ¿En el patio? ¿En la calle? ¿En el metro que está tan vacío?)

-Evitar las siestas después de las 14.00 horas. (O sea, hay que ser guagua o jubilado para almorzar tipo 12.30, dormir siesta y despertar antes de las 14:00 horas. Otra propuesta irrealizable).

-Dejar la cafeína (incluso en bebidas), pasada la hora del almuerzo. (Se acabó el té, el café, la Coca Cola y todo bebestible por la tarde. Olvídense de tomar once. Pan con agua no más).

-No permanecer en cama si al cabo de 30 minutos no logra dormirse. (Según este consejo, si son las 3.00am y uno lleva media hora dándose vueltas, hay que levantarse… Sin comentarios).

-Acostarse cuando tenga sueño y no obligarse por horario. (Esta es la más factible de la lista)

Dormir… es otra de las cosas que envidio a mis gatos. Ver al Jerry instalado a los pies de mi cama cuando me estoy yendo al trabajo en las mañanas… a veces quisiera ser gata.

Supongo que a cada cual le funcionan sus propios métodos, así que cuenten sus preferencias, ¿Con cuántas horas de sueño quedan bien? ¿5, 6, 7, 8? ¿Cortinas abiertas o todo oscuro? ¿Se les queda la tele prendida o el libro abierto porque los venció el sueño? ¿A alguien le funciona eso de contar ovejas? ¿Son de sueño ligero o duermen aunque el mundo se esté cayendo a pedazos? ¿Sueñan cosas freaks? ¿Le consultan cosas a la almohada? ¿Han tenido respuesta?...

Nota de la R.: Las fotos que ilustran este post son cortesía de mi cómic favorito, Calvin & Hobbes.

sábado, septiembre 01, 2007

Películas que dan miedo

Para el que no lo conoce, Stephen King es un escritor estadounidense de novelas de terror y suspenso que aún vive y produce. La mayoría de sus historias han sido llevadas al cine en versiones buenas y otras no tanto. La cara de este señor es un poco siniestra y algunas de sus obras siguen asustando. Apuesto que más de alguno ha oído hablar de…

Carrie: Carrie es la típica adolescente de la que todas sus compañeras se burlan porque “no está en onda”: se viste mal, tiene espinillas y gracias al fanatismo de su madre, tiene metido en la cabeza que todo lo que no es rezar ni ayunar es pecado. Pero la niña va saliendo del cascarón y se da cuenta de que el mundo no es tan así, y que además, cuando pasa por episodios de mucha rabia por las burlas que sufre en el colegio, tiene el poder de apagar luces y lanzar objetos. La Sarita Mellafe de su curso (o sea, la compañera pérfida) planea una broma macabra en su contra el día de la fiesta de la graduación y las cosas llegan a tal punto que Carrie…. Tienen que verla o leer el libro.


Cementerio de mascotas (Pet Sematary): La trama es la siguiente: una familia compuesta por padre, madre, niña y niño se mudan a una nueva ciudad por una excelente oportunidad laboral del jefe de familia. Viven en una bella casa al lado de una carretera, así que el vecino les advierte que cuiden a los niños de posibles accidentes y atropellos. A los pocos días, el gato de la pequeña muere atropellado por un camión. El papá se vuelve loco porque sabe que la niña adora al gato, le cuenta la mala noticia al vecino y éste le sale con la historia del cementerio indio que está en la ladera posterior de la casa. La cuestión es que entierran al gato y al día siguiente, el felino vuelve a la casa convertido en un zombie muy maligno (engrosando la lista de gatos malos en el cine y la literatura por cierto). Pasan más días y el niño menor -de dos años o menos-, muere atropellado trágicamente mientras persigue un volantín que vuela hacia la carretera. Los padres enloquecen y pese a las advertencias del vecino, el tipo entierra al hijo en el cementerio maldito, así que ya pueden imaginarse lo que ocurrirá cuando el niño vuelva como zombie…

It (Eso): Esta película es la culpable de que al 50% de la población no nos gusten los payasos. It (o “eso”, porque es un ente indescriptible) es el payaso que aterroriza a un grupo de niños porque lee las mentes y se alimenta de seres vivos. Se salvan en la preadolescencia, pero años más tarde la pesadilla regresa y los protagonistas se reúnen para derrotar a aquello que los marcó. Más maldad y muerte. No me pregunten por el final, porque esta película me dio tanto miedo en la niñez que la dejé a la mitad y no he vuelto a verla por las pesadillas. Si alguien quiere contarlo adelante, las cosas leídas no asustan tanto.

Cujo: Nunca más los perros San Bernardo volvieron a ser blancas palomas babosientas después de Cujo. Un día en que estaba jugando en el bosque, este animal bueno y querendón fue mordido en una cueva por un murciélago y terminó adoptando costumbres asesinas y un gusto irrefrenable por la sangre. Mató sin piedad a varios que antes lo conocían como “el perrito lindo”. No da tanto miedo, se puede ver o leer con confianza.


El Resplandor: Esta debe ser la más conocida de la lista. Las gemelas siniestras, la cara de locura desquiciada de Jack Nicholson, el pavor de la pobre Wendy. Esto es terror psicológico más que nada. El libro no lo he leído, y aunque a King le duela admitirlo, parece que este es uno de los pocos casos en que la pantalla grande supera a la versión original. La película me asusta hasta el día de hoy.


Creo que la clave de las películas de terror es la música. Lo comprobé hace dos semanas, cuando vi por primera vez “El bebé de Rosemary”. Ya había leído el libro, ya sabía lo que iba a pasar y lo que no, pero igual me anduve asustando en las escenas clímax. La culpable fue la música, que pone los pelos de punta.

Y a ustedes, ¿qué películas les dan miedo?