Cuando sea vieja, no quiero olvidarme del pasado ni enfocarme solamente en el achaque de turno o en el remedio que tenga que comprar en la farmacia. Quiero estar consciente de lo que esté viviendo, y quiero hacer comparaciones con el pasado. Quiero probar en la práctica y con mi propia experiencia si se cumplen las teorías sobre la vida, si las frases de buena crianza son consuelos baratos o realmente son ciertas, porque en la actualidad uno no tiene el campo de visión lo suficientemente amplio como para saberlo.
Quiero ser una vieja inteligente, seguir haciendo puzzles, leyendo libros y revisando los diarios sin que se atrofien mis capacidades mentales. Me gustaría ser como la miss Marple de Agatha Christie. Podría soportar los dolores y podría hacerme con paciencia todos los tratamientos que me exijan, pero me costaría aceptar que me volví incapaz de valerme por mí misma.
También quiero ser una vieja con el pelo blanco. Nada de teñidos que te dejen la cabeza lila, rosada o amarillenta, como el pelo de una Barbie vieja. Ya sé que uno no amanece como yo quiero de un día para otro, pero voy a tratar de acelerar el proceso.
Pero lo único que sé, es que seguramente cuando sea vieja me seguirá gustando escuchar y cantar mis canciones favoritas, comer dulces, escribir, leer y juntarme con mis amigas. Probablemente tenga varios gatos, muchos más de los dos que tengo ahora.
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