miércoles, junio 27, 2007

El vil dinero

Sería bonito linkear aquí “Money” de Pink Floyd. O “Money’s too tight to mention” de Simply Red. O incluso “Material girl” de Madonna. Pero aún no aprendo a linkear canciones, así que bien pueden imaginarlas.

En fin, ya aprenderé.

Este fin de semana en la página 11 del diario La Tercera:

“Papá, de regalo de cumpleaños quiero volar en un avión comercial. Quiero volar en un avión grande junto a otras personas y ver cómo es un aeropuerto por dentro” dijo un niño. El menor del diálogo –de 11 años- es hijo de uno de los nuevos megamillonarios norteamericanos que “aburrido” de viajar en lujosos jets privados, quería experimentar un vuelo real.

También este fin de semana en Terra.cl, un reportaje acerca de cómo compran las mujeres ABC1 acá en Chile:

“De este modo, las compradoras ABC1 gastan en promedio unos 400 mil pesos en una compra, monto que puede ser costeado en cuotas o al contado pero que en cualquier caso equivale a sólo un par de prendas”.

Son casos extremos, pero reales.
Ni yo misma y creo que ninguno de los lectores de este blog cabe dentro del perfil de los gastadores de arriba. Trabajamos para sobrevivir algunos o dependen aún de los padres otros.

A poquísima gente le sobra la plata, y el dinero es un tema muy relativo: lo que es una miseria para unos puede ser vital a fin de mes para otros... Por eso, es un tema que trato con respeto.

Y claro, todos tenemos obligaciones monetarias ineludibles, todos ahorramos (siempre es importante), pero también, siempre hay espacio para algún gusto o lujo, el disco de turno, la esperada película, el libro que justo llegó, la entrada a la venta, etc.

Así que partiendo por casa, me puse a pensar qué porcentaje de mi dinero destino a pequeños lujos personales, y sí, un monto va para las cosas-olorosas-y-bonitas-para-niñas, algún disco que no tengo y que está en oferta... también me paseo por la librería “Qué leo” de Providencia a ver si hay algo que me tiente, 3 o 4 entradas al cine por mes... y sería todo.

Así que la pregunta es ¿Quién se queda con la plata de sus pequeños gustos mensuales? ¿El dealer de películas pirateadas en dvd? ¿La Feria del Disco? ¿La sección de comidas ricas del supermercado? ¿El mall más cercano? ¿Burger King’s y Mc Donalds? ¿Chiletabacos y la CCU? ¿Amazon? Cuenten, se puede conocer a una persona según cómo gasta.

P.S. Este post sirve además para reafirmar mi postura anti tarjeta de crédito. Sólo tengo la del banco, que apenas uso y pago al día siguiente porque no me gustan las deudas. Y no pretendo sacar ninguna tarjeta en Falabella, Almacenes París, Presto ni ninguna de esas marcas que al final siempre terminan ganando. Mientras menos mejor.

domingo, junio 24, 2007

Que muera el bar Catedral

Santiago, viernes recién pasado, 21.00 horas, y después de comernos todos los picoteos disponibles.
Bárbara: Podríamos ir a bailar...
Ale: Podríamos... pero no sé de ninguna fiesta
Bárbara: Pero podemos averiguar en internet
Ale: Ya! (pasto seco me dicen)

Cinco minutos después...

Bárbara: En la Blondie hay una fiesta gótica...
Ale: No, guácala
Bárbara: En el Club Miel hay algo funk...
Ale: No me gusta... ninguna ochentera?
Bárbara: Creo que no
Todas: Buuuuuu

Más rato…

Bárbara: Tengo ganas de ver "Paris Je t'aime"
Ale: Yo también! La tengo pendiente, pero no he tenido tiempo
Paula: Yo la vi y es preciosa!!! (sacando pica)
Bárbara: Veámosla, a lo mejor hay una función ahora.
Ale: Síiiiii
Bárbara (revisando una libreta donde había anotado las funciones): 21.30 en el cine El Biógrafo.
Ale: Vamos!

Salimos pasadas las 21.20 y llegamos justo cuando la película estaba empezando. Eso es lo bueno del departamento de mi amiga, que como está en Plaza Italia, todo lugar al que queramos ir nos queda cerca.

El cine El Biógrafo es uno de los pocos que van quedando con aquella costumbre de que un señor con linterna te guía hasta tu lugar para que no te pierdas, y aunque los asientos son un poquito más incómodos que los del Hoyts, se agradece la nostalgia. La película dura 119 minutos, y se compone de 14 directores distintos y 14 cortos acerca del amor en Paris; no sólo amor de parejas, también amor de hijos, amor a una ciudad, amor de amigos... Me gustó mucho... y la última historia cerró con broche de oro.

Después de eso, la idea era ir a tomarnos algo, y como ambas habíamos leído que el bar Catedral era bonito, lo nombran en todas partes y quedaba muy cerca, decidimos ir a ver qué tal.

23.30 horas. Bar Catedral. Calle José Miguel de la Barra.

Lleno como si el mundo fuera a acabarse mañana. El humo de cigarrillo impregna mi abrigo color guinda y eso no me está gustando. Nadie nos pesca en la primera planta. Subimos a la terraza para ver si hay algún sitio disponible... en efecto hay una mesa sola en un rincón, pero cuando le preguntamos a un colapsado mozo si nos puede poner unas sillas, nos mira con cara de "Ja-ja-ja". Sigue en lo suyo.

Derrotadas, reconocemos que no hay lugar para nosotras en el famoso Catedral, que ni siquiera es tan bonito. Nos vamos.

Al final terminamos comiéndonos una pizza a la piedra y un amaretto sour en un bar medio oculto llamado "Bajo llave", en un pasaje cercano al Barrio Lastarria. Bastante bueno... hasta tocaron a “Keep feeling fascination” y "Sara" de Human League mientras estábamos conversando. Con buena música ya se ganó la mitad de mi corazón.

Lo pasé bien. Siempre es bueno ponerse al día con las amistades. Y siempre es bueno pasar al lado de los carabineros cuando vamos de vuelta a la casa, porque con dos niñas solas y tanto malandra en este mundo, nunca se sabe.

jueves, junio 21, 2007

About Miami

Viajar sola dejó en evidencia lo volada que soy en la vida diaria, pero como siempre hay alguien que me advierte las cosas de una u otra manera, acá se hace menos evidente.

Me perdí en el aeropuerto de Santiago… así que obviamente me perdí también en el de Miami, que es gigante y lleno de negros gordos gritando en inglés. Media hora paseándome antes de dar con el lugar al que iba… y cuando terminé el tercer vaso de agua, me acordé de que en otro país uno no debería tomar agua de la llave. Pero no me pasó nada!

Hubo muchas cosas que me llamaron la atención en mi viaje, voy a hacer un breve listado porque no quiero olvidarlas:

-En el avión de ida a Miami viajaba también Juan Luis Guerra (sin los 4.40). Muy alto y muy simpático el hombre. Esa canción “A pedir su mano” es un clásico merenguero que llama a bailar.

-Dicen que para conocer un lugar de verdad hay que caminarlo, y eso hice yo. Fui al Lakeside Memorial Park porque me gusta ver cómo son los cementerios. Este era un parque al aire libre rodeado de un canal y con lápidas de piedra oscura. Había poca gente, así que pasée y me quedé un buen rato ahí.

-Seguí caminando, porque estando en EE.UU., tenía que entrar a un Wal Mart y tomarme un milkshake de chocolate en Wendy’s. Hice las dos cosas y cuando caminaba de regreso al hotel comenzó la lluvia, pero nada de frío como acá… el agua era tibia y la humedad era tanta que me transpiraban las manos, algo que nunca me pasa. En cinco minutos era un pollo mojado, pero un pollo mojado feliz.

Ale y el consumismo

Estuve en dos malls, el International Miami y el Daulphin. El primero lo recorrí entero, con el segundo no alcancé, pero todo lo que vi me gustó. Entré a una librería y me quedé adentro una hora… hay libros tan buenos en este mundo…

No me las voy a dar de seria contando que sólo fui a mirar libros… también aluciné cuando entré a la tiendas de Body and Bath Works, The Body Shop y Victoria Secret.

Traje tanto dulces y tantos chocolates que parece que pretendo enfermar de diabetes a todos mis conocidos.

Bueno, y la parte seria, el congreso al que fui, estuvo más entretenido de lo que esperaba. Conocí a argentinos, colombianas, peruanas, mexicanos, una venezolana, una puertorriqueña y una ecuatoriana, y todos andaban en lo mismo que yo. Que vivan los latinos. Los argentinos son tan pepecortisonados y tan coquetones con las niñas... al menos eran simpáticos. Desayunamos y almorzamos juntos, salimos a comer juntos, nos reímos de los modismos de cada país y hasta me cantaron el cumpleaños feliz con un pastel... de chocolate.

En resumen, me gustó todo lo que vi, mis maletas no se perdieron y yo llegué sana y salva, aprendí cosas que no sabía y el saldo es más que positivo.

(La foto de más arriba es la vista que tenía desde la ventana del hotel… qué lindo despertar así)

viernes, junio 15, 2007

¿Quién puede defender a LUN?

Hace ya varios meses que no leo LUN.

Llegan todos los diarios por suscripción a la oficina, menos La Cuarta y el mencionado LUN, y como cada vez que entro a la página web mi computador colapsa, me cansé de seguir intentándolo y sólo me quedo con la portada que vi en el quiosco.

En estos últimos días he hablado harto sobre reporteo con un periodista que efectivamente reportea –yo me pasé al bando de las comunicaciones corporativas hace casi un año-, y he recordado los tiempos en que cubría crónica policial y el fotógrafo con quien me tocaba salir “cuidaba a la niña” para que nadie la mirara feo en las poblaciones (igual me miraban feo apenas decía que era periodista. Hasta un manotazo por la espalda de una señora furiosa me llegó una vez).

Todo eso, y muchas historias más me pasaron en LUN. Siempre digo por Las Últimas Noticias estudié lo que estudié, porque era el diario que compraban en mi casa desde mis primeros recuerdos. Cuando todos los grandes lo desocupaban, yo lo tomaba y lo leía, miraba las fotos, hacía los juegos del Club del Ingenio, leía a El Monito y coleccionaba las enciclopedias Larousse que regalaban los domingo. Soñaba por poder trabajar ahí.

Después terminé el cuarto año de Periodismo y cuando llegó la época de postular a las prácticas, apunté todas mis balas a LUN y quedé. Me acuerdo de la ilusión que tenía a los 21 años y me vuelvo a ilusionar. Lo pasé muy bien, aprendí todo lo aprendible, conocí gente buena y gente no tan buena, me reí mucho, y el periodista que yo más admiraba por su forma de escribir y contar historias es mi amigo hasta el día de hoy.

Pasaron dos años y las cosas se echaron a perder. El 10 de octubre de 2003 fui des-pe-di-da del diario por razones que me costó uno o dos meses procesar. Una profesora de la escuela me dijo que agradeciera el sobre azul, porque todo trabajador debería vivir uno como experiencia de enriquecimiento. Me pareció consuelo de tarjeta Village en ese minuto, pero con el tiempo me di cuenta que tenía razón, y aunque la historia haya terminado mal, lo comido y lo bailado (o debería decir, lo reporteado y lo publicado), no me lo quita nadie.

Así que estuve mirando la página de LUN hace un rato, mis notas que todavía están en el archivo de noticias... y como no pude leer mucho, estoy pensando en comprármelo a la salida y volver a reencantarme con la versión en papel recordando los viejos tiempos.

Y cuando todos hablan pestes de LUN, dicen que el diario es una porquería y que nos denigra como país (y he escuchado cosas peores), yo me paro y lo defiendo, porque si no fuera por LUN, quizás en qué carrera hubiera terminado (aunque igual encuentro que las portadas con famosillos hablando puras tonteras son un bodrio... pero bueno, es lo que vende y es lo que mantiene a toda la maquinaria que hay detrás).

PS. Aprovecho de contar que por pega, no creo que esté conectada la próxima semana porque mañana me voy a Miami (a Mayami chico, a Mayami). Y como el martes 19 de junio es mi cumpleaños, pienso autobrindar con sol, palmeras, sombrero y factor 60. El viernes 22 me espera la celebración con mis amigos (y paso el dato, para los que me conocen en persona, de que me gustan las tortas y los pasteles con harto chocolate).

miércoles, junio 13, 2007

Ahora que la camiseta de panty es mi mejor amiga...

Estaba revisando los nicks de mis contactos del Messenger y había como cinco o seis personas que tenían escrito algo relacionado con el frío.

No sé cuál será el umbral de frío de los demás, pero el mío siempre es bajo. Ese de manos y pies helados, con harto guante, calcetín doble y camiseta de panty. Gordura de ropa le dicen.

Y este año, he mirado con codicia los guateros de mano que venden en Casa&Ideas.

Veo pasar con envidia a los niñitos que se ponen esos gorros de lana en donde sólo se ven los ojos (y que usan algunos asaltantes también).

Todas las mañanas hago mi propia “batalla del calentamiento” mientras camino al metro.

Todo el tiempo estoy pensando en comer sopaipillas.

Pero me doy cuenta cada día que no soy la única, porque últimamente todo el mundo anda muy abrigado.

En Lasegunda.com hay una encuesta que pregunta qué hace la gente en los días invernales. Resultados preliminares:

Quedarme en cama: 26%
Comer sopaipillas: 23%
Salir a mojarme y “chapotear”: 5%
Caminar románticamente bajo el mismo paraguas: 4%
Ver películas: 8%
Llegar temprano a la casa para jugar con los niños: 14%
Nada, sigo mi rutina normal: 20%

Hay un 20% que es bastante fome... Yo no salgo especialmente a chapotear cuando está lloviendo, pero si la lluvia me pilla en la calle y con mis botas de agua puestas, chapoteo igual. Lo que nunca hago es quedarme en cama, porque no tengo la costumbre. Fui criada con eso de que aunque llueva, al colegio se va igual y se aprovecha el día, así que no soy buena para quedarme acostada.

Pero qué tanto después de todo. Si uno se moja, se seca. Es tan simple que no vale la pena quejarse. A pesar del frío, me sigo quedando con el invierno.

sábado, junio 09, 2007

Cómo odio las peluquerías

Yo: Dani, córtame las puntas del pelo y te regalo un chocolate.
Hermana: No, tengo que estudiar.
Yo: Estudia después, no te cuesta nada.
Hermana: Te dije que no.
Yo: Por favor, no quiero ir a la peluquería.
Hermana: Ale, déjame ya?.
Yo: Tonta

Hermana: Fea

Esta es una conversación típica con mi hermana, que ahora tiene 22 años. Yo le digo tonta y ella me dice fea incluso cuando nos contestamos el teléfono. Tuve que ir a la peluquería a emparejarme las puntas por su culpa, cosa que evito porque les tengo manía desde que, cuando niña, una peluquera que parece que recién estaba aprendiendo, me hice un piquete en la oreja y me sangró.

Por suerte esta vez no pasó nada.

Los días corren tranquilos con pequeños momentos de felicidad:

-“Justo nos queda el último abrigo de la talla que usted quiere” (la vendedora)

-“Y ahora vamos a escuchar el tema Come on Eileen de los Dexy’s Midnights Runners” (locutor de la radio Universo).

-“Su deuda nacional total es de cero pesos” (la grabación telefónica del banco)

-“El cobrador está malo, así que pase no más” (el chofer de la 503, mi micro Transantiago)

-“Ese libro está en oferta” (el librero)

-“Prrrrrrrrrrrrrrrrrrr” (el gato ronroneando cuando una le hace cariño)

-“Tienes el pelo bonito” (la peluquera a la que no quería ir)

miércoles, junio 06, 2007

¿Grabar o no grabar?

He aquí un tema para el que no tengo respuesta: el uso de la grabadora en la entrevista. No estoy hablando de TV (estamos fritos sin grabar las imágenes) ni de radio (también lo estamos). Me refiero más bien a la entrevista que uno hace y después escribe, la que va al diario, revista, sitio web, etc, pero con la condición de que tenga alcance masivo.

Tengo una grabadora Panasonic de microcassettes que uso... pero en realidad no uso. Me explico: cuando tengo que entrevistar a alguien lo grabo, pero pongo todos mis sentidos en escuchar bien lo que me dicen porque después no descasseteo ni escucho por segunda vez lo que ya sé. Me da lata. Aplico memoria y las frases quedan casi iguales, sin perder su sentido ni inclinación original, porque estoy en contra del uso de la grabadora.

Explico por qué:
1. Pone a la gente nerviosa, quiéralo uno o no. La miran con desconfianza, nunca se olvidan de su presencia y están pendientes del cassette que gira.

2. Esquematiza las respuestas... el viejo truco de hablar bonito e impostado cuando la conversación no es natural.

3. Cada vez pasa menos, pero si los computadores fallan, los hervidores fallan, las estufas fallan... las grabadoras a veces no graban a pesar de haber presionado Play/Rec, y no se puede hacer el loco de no acordarse de nada de lo que te dijeron sólo porque confiabas en el aparatito.

En los ’60, el periodista y socialité Truman Capote no grababa nada, y recordaba casi un 100% de lo que le decían. Textual, con pelos y señales, muletillas y modismos. Algo de eso se muestra en las dos películas sobre su vida, “Capote” e “Infamous”. Así escribió su libro “A sangre fría”, así escribió la conversación que tuvo alguna vez con Marilyn Monroe después de un funeral en ese pedazo de texto que es “Una adorable criatura” y así también se ganó el odio de Marlon Brando cuando le sacó confesión por confesión: se iban a tomar unas copitas y Mr. Capote le contaba alguna dramática experiencia suya para que Brando pensara “pobre chato, lo ha pasado pésimo en su vida, le voy a contar que yo también pasé algo terrible”. El problema es que después Capote publicaba y Brando no.

Ese ejemplo muestra que la conversación durante la entrevista –sin grabadora-, es un arma de doble filo dependiendo de la ética del escribiente, así que la pregunta es, lectores periodistas, ¿la grabadora, se usa o no se usa? ¿O dependiendo del caso? Y para los que no son del gremio, imaginen que por alguna razón deben dar una entrevista algún día ¿confiarían en alguien que no usa grabadora pero que igual va a publicar lo que digan? ¿Confiarían en gente como yo que odia usarlas, pero tendrá total atención a sus palabras?

Bonus track:
Un pequeño extracto de “Una adorable criatura” (1955), reseña libre de Marilyn Monroe y una de mis lecturas favoritas:

Truman Capote: ¿Crees que ya podemos largarnos de aquí? Me prometiste champán, ¿recuerdas?
Marilyn: Lo recuerdo. Pero no tengo dinero.
Truman Capote: Siempre llegas tarde y nunca llevas dinero. ¿Es que por casualidad te figuras que eres la reina Isabel?
Marilyn: ¿Quién?
Truman Capote: La reina Isabel. La reina de Inglaterra.
Marilyn (frunciendo el ceño): ¿Qué tiene que ver con esto esa gilipollas?
Truman Capote: La reina Isabel tampoco lleva dinero nunca. No se lo permiten. El vil metal no debe manchar la real palma de su mano. Es una ley o algo parecido.
Marilyn: Ojalá aprobaran una ley como ésa para mí.
Truman Capote: Sigue así y quizá lo hagan.

Texto completo para los que quedaron con ganas de más

sábado, junio 02, 2007

Reminiscencias escolares

“Tómese el pelo niñita”
“Saquen lápiz y papel”
“...hoy vamos a hablar de las drogas”
“Si mañana viene con esa basta, no entra a clases"
“Mañana hay reunión de apoderados...”
“Ustedes me van a volver loca”
“Quién se robó el borrador!!!”
“...las semaneras son...”
“Si no estudian van a ser unas porras toda la vida"
“...venga a la pizarra...”
“Voy a repartir las pruebas de la nota más alta a la más baja...”


Sí, me ha bajado la onda escolar nostálgica últimamente. El otro día soñé con el tema.

Me he preguntado en qué estarán mis ex compañeras, cuántas tendrán hijos (sé de al menos cinco), y si las monjas seguirán igual de estrictas.

Qué recuerdos de la hermana Brisa, la hermana Teresina y la hermana Judith encaminándonos por el sendero de la luz desde kínder hasta cuarto medio... sin mucho éxito. Estuve en colegio de monjas rodeada de niñas revoltosas y aunque a ellas sólo las veíamos en la clase de religión una vez a la semana, todas eran viejillas, y por lo tanto, harto retrógadas.

Tengo un buen recuerdo de cuarto medio. Curso unido a pesar de los inevitables grupos con las más afines. A la hora de luchar por causar comunes todas éramos una. Me acuerdo del silencio inquebrantable cuando una de nosotras le tiró una cáscara de naranja por la espalda a una odiosa profesora. Ninguna delató a la culpable y las cuarenta nos quedamos castigadas una hora después de la salida. Eso es lealtad.

Además éramos chicas conscientes. Un mes antes de terminar las clases hicimos un calendario en cuenta regresiva para no olvidar lo que nunca más se iba a repetir.

Me acuerdo y sonrío, pero hace mucho tiempo que ni siquiera paso por la calle donde está mi colegio de niñas con medias blancas en verano y azules en invierno.