¿Será que por estos lados la gente es demasiado sensible? Yo todavía me acuerdo que hace años, cuando un rastafari apareció en un comercial de Launol como víctima de la pediculosis, la agrupación de rastafaris (sí, hay una aunque usted no lo crea), denunció discriminación en su contra, llamaron a conferencia de prensa (lo sé porque tuve que cubrirla como trabajo de la universidad...) y escribieron una carta a la empresa exigiendo disculpas públicas.
Y en general es así con todos, si en una serie muestran a O’Higgins el-padre-de-la-patria en su faceta sentimental, los puristas se quejan de falta de respeto al héroe; si ofenden a los católicos, las cartas al director dan vueltas por varios días... no hay caso.
Por eso me llama la atención el contraste con EEUU, en concreto la serie “Family Guy”, a la que me he vuelto media adicta últimamente. Se ríen de todo y de todos: muestran a Bill Clinton tomando decisiones gubernamentales sin ropa en la época que era Mr. President, dicen que Hillary parece hombre, se burlan de los minusválidos, los judíos, los católicos, los hindúes... hasta del asesinato de la embarazada Sharon Tate... y hasta dónde yo sé, la vida sigue y nadie hace escándalo por eso.
Y no es un canal que no vea nadie o que lo conozca sólo el 0,5% de la población, no, la serie la emitió ni más ni menos que la Fox.
De ahí la pregunta ¿será que existe demasiada sensibilidad en ciertos temas versus tomar las cosas como una simple broma?
Las películas que he visto
The Messengers: Trata de una familia que se muda a una casa en medio del campo y comienzan a aparecer fantasmas. El planteamiento no es muy original, pero lo novedoso es que no es la típica película oscura y lúgubre, acá hay campos de girasoles, mucho sol y plantas verdes, es casi irreal que alguien pueda sentir miedo ahí. Lo más inquietante es que sólo el hijo de dos años de la prole ve los fantasmas y los adultos sólo “sienten” la presencia. Ese suspenso sí que es infartante. Tanto como llegar a una casa, oír ruidos dentro de un mueble y pensar, muerta del susto, que un delincuente está escondido ahí.
Cat’s eye: Esta película es vieja... Drew Barrymore no tiene más de seis años aquí, con eso debería quedar claro. Son tres mini historias cuyo hilo conductor es un gato gris con rayas negras. Ya sé que seré poco objetiva con este comentario, pero el gato es de lo mejor. Independiente de eso, la película es buena. El libro en que está basada lo escribió Stephen King y va así: la primera historia trata de un hombre que quiere dejar de fumar y se inscribe en una empresa que lo ayuda usando métodos extremos; la segunda, de un viejo chantajista que presiona al amante de su esposa para hacer su voluntad y la tercera, de una niña asustada por el duende que vive en su pieza. En las tres el gato tiene participación, pero en la última es protagonista. Me encantan los gatos.
Appleseed: Tiene un nivel de animación tan grande que uno se pregunta todo el tiempo cómo es que lo hacen los japoneses, si hasta deja atrás a Pixar. Hay una escena donde se ve cómo entra el sol por la ventana y los animadores se dieron el trabajo de poner esas pelusas de polvo que sólo se ven a trasluz. Es una historia ambientada en el futuro –algo bien común en el animé parece-, con una guerra entre humanos y clones para decidir quién merece sobrevivir en el mundo. La heroína es una niña joven y linda, hay referencias apocalípticas e insinuaciones sugerentes de lesbianismo. Eso es típico de los japoneses, pero la película es buena.
El príncipe Caspian (Narnia 2): Ya era hora de que la viera... y me gustó más que la primera. Tiene mucha estrategia de guerra y las escenas de batalla son más largas, aparece el ratón Reepicheep, uno de los personajes que mejor me caía en los libros y en general todo sigue igual estéticamente hablando. Claro, hay cosas que antes no existían, como la rivalidad Peter-Caspian o el flirteo Caspian-Susan, pero supongo que con esos cambios el director intenta abarcar más público o hacer la película más entretenida, aunque para mí no era necesario. Pero es mi opinión.
Ah, el título. Es que es verdad, yo no sé si de ida los taxistas se pierden y de vuelta ya conocen el camino, o será que uno va más pendiente de la hora cuando va camino a hacia algo que cuando viene de regreso, pero por ejemplo, ayer me demoré 40 minutos yendo a un lugar... y 20 minutos en volver. No es primera vez que me pasa. Tampoco es primera vez que compro una porción de papas fritas insuficiente para acompañar al pollo frito, pero todo se aprende.