lunes, enero 28, 2008

Para qué encasillarme en un solo tema...

De niña, cuando caminaba sola por la calle, tenía la fijación de mirar constantemente al suelo con la esperanza de encontrar algún billete tirado. Nunca funcionó por lo demás.
Ahora tengo visión amplia, me fijo en la gente y en los lugares. En las vitrinas de cualquier tipo de tienda, en el perro que se me cruza o el poeta de turno que voy a evadir.

Por ejemplo, caminar por el Barrio Lastarria me divierte y me vuelve especialmente observadora, porque es evidente cómo ha entrado en escena la ley de la oferta y la demanda. Es un hecho que está de moda y eso le otorga cierta “onda”. Calles como Mosqueto o Merced están llenas de locales al aire libre en donde la gente puede leer y dárselas de intelectual, armar historias o pasear al hurón que tiene de mascota y dárselas de exótico.
Bueno, yo miro con recelo. Si medio mundo se traslada allí es lógico que suban los precios a la par que las extravagancias. Si yo pudiera dominar mentes, pediría dejar la zona tranquila por un rato, así se calma un poco la... ¿euforia?. Al menos se aplicaría eso de que a menor demanda bajan los costos.

Eso pensaba el fin de semana haciendo hora por el sector para entrar al cine y ver “Gone baby gone”, la película famosa desde antes de su estreno porque, casualmente, trataba de una niña desaparecida que recordaba al caso de Madeleine McCain.
Le tenía fe al asunto y no me defraudó, pero tampoco aluciné. No voy a hablar aquí de encuadres y aspectos técnicos porque no me va. A mí lo que me interesan son las historias, si están bien contadas mucho mejor. Y si no es así tampoco pediría que me devuelvan la plata, porque hasta de lo malo se puede aprender algo.

Siempre me llaman la atención esas tramas de desapariciones, misterios, cosas ocultas y violencia. Me recuerdan la historia de esa mujer que nunca más vio a su hija Andrea desde esa mañana cualquiera en que la niña salió de su casa para ir al colegio. Pasaron más de diez años sin que hubiera pistas de nada hasta que, cansada de la inoperancia policial, la madre buscó a una vidente para preguntarle dónde estaba su hija. Respuesta categórica: enterrada en el patio de la casa de un vecino, que la hizo entrar con engaños y la mató sin huellas.
La solución a la vuelta de la esquina y tantos años debieron pasar para descubrirlo ¿Pasará eso en todo ámbito de cosas?
Cuento la historia porque vi la foto de la niña muchas veces en los diarios y su cara todavía la tengo grabada en la cabeza.

Volviendo a la película, sí me gustó el tono oscuro-urbano y el lenguaje directo. Lo que me trae a la mente la razón de por qué odio tanto la poesía. Sí, la detesto. Me parece tan rebuscado todo que al primer verso ya estoy bostezando. Si la destinataria(o) del poema tiene, no sé, los ojos bonitos ¿para qué darse mil vueltas diciendo que dos luceros fulgurantes encandilan hasta al más obtuso? Pura palabrería. O quizás es el anhelo de volver a los sentimientos de los 15 años, como si eso fuera posible a estas alturas. Se ve harto difícil.
No señor, las cosas directas y sin rodeos sonarán siempre mucho mejor.

Ya casi se acaba enero. Quién lo diría, ha pasado tan rápido. Pareciera que revivo tipo 8-8.20 pm y pareciera que ahora hay muchas más opciones que el chocolate Capri a la siempre necesaria hora del azúcar. Aunque técnicamente, la idea haya empezado a manifestarse en el 2007.

lunes, enero 21, 2008

Los días pasan y yo me olvido

A una misma persona puedo preguntarle lo mismo dos y hasta tres veces con intervalos no muy grandes de tiempo. Lo peor es que me doy cuenta y me acuerdo de lo que me respondieron antes cuando la pregunta ya está hecha y el interlocutor me mira con cara de “ella va directo al Alzheimer”.

Imposible eso, me niego a creer que falla mi memoria si ejercito las neuronas más que cualquier cristiano promedio y hago los puzzles del diario con más ganas que una presidiaria con condena de 20 años para tener la mente activa (a propósito de eso, hay un libro recomendable de John Grisham, “El inocente”, el primero que escribe basado en una historia real. Trata de un pobre tipo que es condenado a muerte por un homicidio que no cometió hasta que sus abogados demuestran su inocencia a pocos días de la ejecución... muy bueno... me tuvo varios días odiando a los abogados y a la burocracia. Todavía no se me quita).

Y no, no tengo mala memoria. Lo que pasa es que tengo muchas cosas dando vueltas en la cabeza. Eso pasa.

Estoy viendo otra serie ahora, Los Tudor. Así de corrido porque esperar semana tras semana por algo me hace perder la paciencia.
Y sí, pirateada.
Tiene algo de mafioso ubicar a los tipos que venden estas cosas por Internet y acordar juntarnos en un metro. Yo soy la señorita que llega, paga y se va, ellos son los que me dan las indicaciones freak como:
-Voy a estar sentado en los primeros asientos del andén sur con una caja en la mano
-Estaré con una polera roja
-Ando con una mochila verde con rosado, así me vas a reconocer...


Igual tomo mis reservas. Miro desde lejos primero para no encontrarme con algún psicótico por ahí. A mi dealer oficial no le conozco la cara, todas mis relaciones en este aspecto se realizan a través de Correos de Chile TNT.
Y también aporto a la industria de entretenimiento audiovisual comprando original, si tan delincuente no soy.

Retomando lo de Los Tudor, y ampliándolo a la serie local Héroes (todavía estoy esperando a Prat), independiente de los guiones mejores o peores, le dieron el palo al gato con esto de contar televisivamente la Historia, así con mayúscula, que en el colegio hacen aprender de manera tan poco... didáctica. Tan de memoria. Si a fin de cuentas todo el mundo tiene su lado turbio por más épicas que hayan sido sus hazañas. Es lo normal, ya he dicho que no creo en la bondad absoluta.

Enrique VIII es caso aparte. Podría hablar y discutir horas sobre él y sus seis esposas. Sí, me gusta el tema, he leído todo lo que he encontrado al respecto.

El otro día fui a esa exposición de juguetes antiguos que hay en el Centro de Extensión de la UC y empecé mirando las muñecas alemanas de la época de la Primera Guerra Mundial, pasé por las hadas y los duendes con cara de porcelana de no me acuerdo qué país y terminé con una figura de Enrique VIII en miniatura... sorpresas que da la vida, no tenía planeado ir, pero ahí llegué.
También me quedé pegada con las figuras de gatos. Obvio.
Y las muñecas chilenas de la década del ’40 tenían todas caras diabólicas, como si fueran las hermanas de Chucky, no sé cómo pudieron haber gustado. Qué bueno que mi mamá optaba por los juguetes de ingenio en mi infancia (por si acaso, esa exposición dura hasta este sábado y la entrada es gratis).

PS. Esto debe ser lo más desordenado que he escrito en harto tiempo. O de plano me estoy poniendo “lenta”.

lunes, enero 14, 2008

Como odio los trámites

No conozco a nadie que alguna vez me haya dicho que le gusta hacer trámites. Aquí mi lista de los peores.

Ir a una notaría para conseguir la copia legalizada de un documento
Si en el colegio/universidad/instituto dan un certificado de egreso ¿Por qué con eso no basta? ¿Por qué alguien que no te conoce tienes que avalar que uno hizo lo que dice haber hecho simplemente firmando? Además, quién dice que no podría alguien llevar un título falso que pasará a estar “legalizado”.
Aparte que las notarías son lugares pequeños que siempre están llenos y mal ventilados, siempre hay que sacar número y esperar mil años que llegue el notario (que suele estar atrasado); se digne a hacer el trámite, y más encima pagar por una firma insignificante.
Así que propongo una idea de marketing para toda la gente que entrega títulos y documentos varios: junto con el original, den de regalo dos copias legalizadas ante notario. Eso es suficiente estímulo.

Dejar en la comisaría una constancia de robo del carnet de identidad
Con todo mi respeto por los amigos de verde en el camino, este es un extracto de lo que me pasó el año pasado en una comisaría:
-Hola, vengo de dejar una constancia por hurto de carnet de identidad
-¿Qué le pasó señorita?
-...me robaron el carnet (como acabo de decirle).
-Y cómo fue
-Iba caminando por calle Moneda, busqué algo en mi bolso y me di cuenta de que estaba abierto y se habían llevado mi billetera.
-¿Y no vio a nadie?
-No. A nadie. (¿¿¿¿Qué parte de la palabra hurto no le quedó clara????)
-¿Y viene a dejar constancia de eso?
-Sí (...no creerá que vine por gusto a la comisaría...)

Tengo que decir que las cosas entre paréntesis las pienso, pero jamás las digo en voz alta. Soy mala internamente, pero externamente me veo simpática. Creo.
Como sea, el trámite es una lata.

La fila del banco
Menos mal que a este apartado se ha simplificado con la cuenta virtual y los sobres en los buzones, porque hacer una cola en el banco sin libro o música a la mano es una pesadilla que puede ser aún más extrema cuando te informan que “se cayó el sistema”.
¡¡¡¡¡Compónganlo ahora!!!!!, piensa mi yo interno. Y me molesto.
Me enojan las cajeras lentas y la gente que intenta solucionar todas sus dudas bancarias cuando hay una tremenda fila detrás. Por eso trato de ir lo menos posible.

Todo esto a propósito de que perdí media hora de mi tiempo en el primer trámite del 2008: sacar el Multipass.

Nota: Estoy aletargada con el calor la verdad. Revivo tipo 8 de la noche. El chip creativo está un poco dormido y ahora mismo respondería las preguntas de cualquier cuestionario de esos eternos que a veces circulan por ahí sólo porque estoy ociosa.

martes, enero 08, 2008

Esto llama mi atención

Muy rara vez veo las noticias de las 9pm porque a esa hora estoy haciendo cualquier otra cosa. Yo prefiero leer los diarios o Internet. Pero anoche hice una excepción, apreté el control remoto y la cara de Hillary Clinton, que llamaba votar por ella porque había mucho por hacer en el país (y justo-justo en ese momento los ojos se le pusieron vidriosos), me dejó pensando que:
1. Es muy probable que gane Obama por publicidad, voto replicado y sensación de triunfo anticipada. Yo lo apuesto desde ya.
2. Sigo sin comprarle nada a los políticos
3. Sé que en el futuro tampoco les voy a creer nada.

Bill Gates será perno, pero nadie duda de que el tipo es seco en lo suyo. Hasta para anunciar que se retira de Microsoft en julio prepara un video con sus “amigos personales” Bono, George Clooney y Jay Z, entre otros. El desempleado más millonario del mundo, es casi una burla para el resto.
Y es suertudo, nadie guitarrea con Slash sin tener idea de lo que está haciendo.

No podía dejar fuera la teleserie a capítulos diarios que ofrece Francia últimamente: el Presidente Sarkozy y su novia Carla Bruni recorren el mundo y son felices. Esto no le importaría a nadie si:
1. Sarkozy no se hubiera divorciado de su esposa recién en octubre pasado.
2. No exhibieran su romance por Egipto, Jordania, etc, a bordo de un jet facilitado por un empresario francés, que seguramente después cobrará el favor, y muy caro.
3. La Bruni no tuviera ese prontuario ni hiciera tanto alarde de la relación.
El que me llama la atención es Sarkozy, que parece adolescente o futbolista contratado por primera vez por un equipo importante. Modérate hombre.

Bonus Track
La Reina Isabel juega Nintendo Wii con su nieto, el príncipe William y sorprende a todos porque coordina movimientos y aprende rápido. Ella tiene 81 años y me superó, yo no sé jugar Nintendo Wii, nunca lo he intentado.

miércoles, enero 02, 2008

El bueno, el malo y el feo

(Estuvo bonito el Año Nuevo, pero ya se acabó y la vida sigue)

El título del post no significa que vaya a hablar de la película aquella, ni tampoco de lo bien que me cae Clint. Eso lo guardo quizás para otra vez.
Simplemente tomé el nombre prestado pensando en los pros y contras de cada uno.

Bueno(a): Ser bueno es... bueno, valga la redundancia. Yo creo que todo el mundo aspira a ser mejor persona, que no es lo mismo que ser tonto ni que te pasen a llevar. Está muy estereotipado el perfil, muy de protagonista de teleserie que la humillan, le quitan todo, el novio se queda con la millonaria pérfida, se muere la familia, le roban la guagua, se queda ciega y ella aún tiene sonrisas para regalar.
Es que yo no podría, a la primera me dan ganas de mandarlo todo a volar.
Hombres buenos..., no se me ocurre ninguno que no sea cura ni se apellide Hurtado, y él no era ningún nerd.

Malo(a): Sin malos no hay historia ni atractivo, por algo los actores siempre quieren representarlos. Les pasan más cosas y mueven los hilos, mientras que el bueno funciona como agente pasivo-reactivo. Están los malos con matices y los malos que no tienen perdón de nadie, por ejemplo: malos los que raptaron a Maddie, independiente de quiénes sean los culpables; malo Herodes, que mandó matar a todos los niños menores de dos años sólo porque andaba buscando a uno; malo el protagonista de la saga Saw; malo Enrique VIII, que mandaba matar a sus esposas cuando quería divorciarse.
Creo que la maldad es necesaria, no sólo para distinguir figura y fondo, sino también como medio de canalizar los enojos cuando se usa en justa medida. Las vendettas me atraen.
Por ese último párrafo que acabo de escribir seguro que me voy al infierno.
Pero insisto, más me asusta alguien que es bueno todo el tiempo que alguien con arranques de malicia de vez en cuando. En el primer caso sospecharía.

Feo(a): Ser feo es algo de lo que se habla, pero nunca frente al aludido. En el colegio sí, hay niñitas que se lo pasan llorando porque las compañeras les dijeron que eran feas delante de todo el curso. Pueden ser muy crueles los niños, pero ellas después cobran su venganza volviéndose cisnes. Cuando uno es grande, la gente simplemente describe a la persona como “muy simpática” o “muy simpático” con una sonrisa socarrona como aditivo.
No voy a decir que lo importante es lo de adentro, porque aunque efectivamente lo es, eso lo venimos a comprobar después de haber hecho la sentencia interna cada vez que conocemos a una persona nueva. Casi todos caemos en lo mismo: prejuicios, prejuicios, prejuicios. El que me diga que no y sea convincente gana premio (no tengo nada para regalar, pero no importa, es la intención).

Nota de la redactora: Nada personal contra Stallone, al contrario, estaré en primera fila para Rambo 4. Pero sus caras en Rocky, justo antes de que lance el golpe certero que lo salva de la derrota, eran macabras.